De niña siempre llevé el pelo muy corto. Ante mi hermana femenina y presumida iba yo a la contra, medio machungo, con pantaloncillos cortos y deportivas marca gorila.
A mi padre siempre le decían:
-Juan, tuviste la parejita eh?
Y mi padre respondía sonriendo
-Noooooooooo, que esta es otra niña
Cuando tenía diez años, se espaciaron más de la cuenta el ir al peluquero Heriberto. Supongo que mi madre estaba hartita de llevarnos al peluquero de dudosa titulación del cual entrábamos mejor que salíamos y acababa la mujer arreglando trasquilones en casa.
-Qué se dedique al esquilado de ovejas¡¡¡
Me creció el pelo más de la cuenta y un día en clase Don Luís me dijo que el pelo me iba a la cara y no me dejaba ver.
-Mañana te quiero ver con una horquilla
Cómo era de las que lo cascaba todo en casa, expliqué el hecho.
Mi padre, de talante alegre y muy poco propicio a reñirnos, dió razón a Don Luís y aquella misma tarde salimos a la compra de la horquilla.
La horquilla no tenía desperdicio. No recuerdo engendro de diseño más horrible. Tres florecillas seguidas de dudoso gusto, que se colocaban en la parte derecha de mi frente dándome un look de la tonta del bote.
Me la ponía para estar en clase pero al salir del cole la horquilla volaba...¡sólo faltaba que tuviera que soportar aquella tenaza dentro y fuera de la escuela!!!.
-Cristinaaaaaaaaaaaaaaaaa, y la horquilla?
Lógicamente alguna vez se me había olvidado perdida dentro de la cartera.
Recuerdos de ayer y hoy...Ahora las niñas tienen millones de complementos para el pelo para estar dignas en clase.
Horquillas, diademas, coleteros...amplio abanico donde elegir sin tener que pasar bochorno espantoso como el que yo pasaba en el 79
No sé si gustaran mis coleteros, pulsera o si tendrán aceptación en el mercado del complemento del pelo...yo los dejo aquí y sábado van conmigo a la feria...a ver si vendo alguna cosilla ;)